encuentran en la mayor miseria. De hecho, dos tercios de la humanidad pasa hambre. El capitalismo,
ante el cual se arrodillan los pueblos de los países ex-socialistas de Europa Central, no sabe, no
puede ni quiere resolver este problema. Esa gran miseria del capitalismo no se encuentra en la zona
que rodea al hasta ahora bloque socialista. Austria, Suecia, Suiza, etc. son un atractivo escaparate
para atraer a la población de los pueblos que pretendían construir el Komunismo, pero detrás de esa
zona, en España, Portugal, Irlanda, incluso grandes zonas de Gran Bretaña... el nivel de vida y el
nivel de consumo es considerablemente menos atractivo. Y queda, como se ha dicho, la gran
multitud de pueblos de África, Asia y América del Sur y Central donde muchos millones de personas
pasan hambre y carecen hasta de lo más necesario.
¿Cuál es la causa de tan grandes diferencias entre colectivos humanos del mismo sistema
económico? Bueno, precisamente ese rasgo es la característica principal del capitalismo. Todo
bienestar y comodidad en una zona se fundamenta en la miseria de otras zonas, todo progreso y
riqueza de cualquier colectivo humano es causa y consecuencia de la atraso y pobreza de otras masas
humanas. Suecia y Suiza son sociedades ricas precisamente porque tienen grandes inversiones de
capital en los países subdesarrollados del Tercer Mundo. En Argentina y Venezuela se produjeron el
año pasado graves disturbios sociales por el hambre de la población. Por medio de su hambre y su
miseria, esta gente apoya a la sociedad de consumo de los Estados Unidos y otros centros del
capitalismo mundial. En ese mundo injusto, ¿qué lugar será asignado a las ahora llegadas Polonia,
Hungría, Checoslovaquia...? ¿Se les permitirá disfrutar de un poder económico como el de los países
altamente industrializados? Todos los escalones altos de la pirámide social mundial están ya
firmemente ocupados por los poderosos. Se deberá competir contra ellos para conseguir un lugar en
esos escalones. Si los pueblos recién llegados quieren emprender esa batalla, la victoria no será fácil
(como pueden atestiguar los japoneses) y si vencen de todos modos tendrán que explotar a los
pueblos de los peldaños inferiores de la pirámide para mantener su “status”. Quizás alcancen algún
nivel satisfactorio que les haga pagar su abandono del socialismo, su traición a la Gran causa de la
humanidad. Esto de “traición a la Gran causa de la humanidad” no es una mera frase retórica. Los
periódicos de los últimos días informan sobre la expulsión de la RDA de muchos trabajadores
extranjeros de países pobres: se constata una actitud racista contra ellos por parte de los alemanes.
Otro ejemplo es el de Checoslovaquia. Los actuales gobernantes de ese país tomaron la decisión de
poner fin a las relaciones comerciales con Cuba. De esta forma se suman al cerco comercial del
imperialismo norteamericano contra ese pequeño y débil país. Hace unos treinta años, con motivo de
un bloqueo estadounidense similar contra Cuba, el gobierno español de entonces, es decir el régimen
franquista, se negó a apoyar la política de bloqueo estadounidense contra el régimen de Fidel Castro,
a pesar de que ambos regímenes (el entonces régimen de España y el cubano) eran totalmente
opuestos, y España era un gran aliado de Estados Unidos que ya contaba con algunas bases militares
en nuestro territorio. Como represalia por la actitud española, la armada estadounidense atacó un
barco español que transportaba mercancías a Cuba; como consecuencia de ese ataque, murieron
algunos marineros españoles, entre ellos el capitán del barco. Bueno, a pesar de tales presiones, el
comercio entre España y Cuba, de hecho, nunca se detuvo. Esto nos demuestra que un dictador
fascista sabe comportarse con más honor que el “sabio” Václav Havel.
Bueno, puede suceder que después de una larga serie de tales indignidades, la economía de los países
ex-socialistas logre subir a un lugar bastante adecuado dentro de la arena económica mundial. Pero
también puede ocurrir que el destino de esos pueblos sea sólo aumentar el número de los países
explotados. Los expertos económicos anuncian que en sólo diez años habrá 47 millones de parados
en la Unión Soviética. Los cálculos correspondientes a Polonia son aún peores. Este es/será el legado
que dejarán Solidanorsc y el clero católico reaccionario de ese país. No es posible predecir el futuro,
pero es oportuno informar a la gente de esas naciones que en el camino que están empezando a
recorrer hay: riqueza, comodidad y una vida lujosa para unos pocos entre ellos, y desempleo,